sábado, 22 de agosto de 2009

Día en el Campus

Ayer fue un día totalmente universitario. Había quedado allí con Rafique, pero hemos decidido que no vamos a poner hora para vernos, si no que ya llegaremos y allí nos encontramos. Yo hice todo lo pertinente por la mañanas, que ya conocéis, y llegué a la Universidad a las 11. Justo cuando estaba entrando y quitándome el bolso, entraba también Rafique. Nos preguntamos qué tal todo y nos sentamos a charlar sobre mi clase del lunes, lo que me pasó con la alumna al final y tal, y cuando estaba acabando de contárselo, vino el profesor de francés, se pusieron a hablar de sus cosas, y mientras aproveché y me puse a preparar un archivo sobre la diferencia entre la G y la J, cuestión que les quiero explicar en una de las clases siguientes.

El profesor de francés se marchó y nos quedamos otra vez solos. Nos pusimos a hablar de la experiencia que nos ocurrió el miércoles, que os cuento ahora porque quería tener las dos versiones, la de Rafique y la mía. El caso es que el miércoles fui presentado "informalmente" al Rector de la Universidad. Comimos Rafique y yo, y después él se quedó allí porque tenía clase y yo me vine a Gulshan porque tenía cosas que hacer. Y cuando Rafique estaba a mitad de la clase, llegó al aula el director del Instituto y le preguntó si tenía mi móvil, y Rafique le dijo que sí, claro. El director le pidió que se lo diera, porque me tenían que llamar porque estaba el embajador con el Rector. Rafique no se lo creía, porque ningún embajador va sin avisar antes, pero le dio mi móvil.

Cuando yo estaba bajando del CNG (después de la consabida hora de viaje), me suena el móvil. Lo cojo y me empiezan a hablar en bengalí, pero como no lo entiendo, empiezan a hablar en inglés, pero continúo sin entender nada, porque se oye muy mal, y cuelgo. Y al minuto escaso vuelve a sonarme. Lo cojo y ahora al otro lado hay alguien que me habla español pero con acento latinoamericano. Me pregunta si soy Francisco, el lector de español en Dhaka. Le digo que sí. Me dice que es alguien que está haciendo una ronda con una editorial por la India y Bangladesh, que me quieren conocer. Yo le digo que si se pueden esperar una hora me acerco. Me dice que no pueden, y le propongo vernos al día siguiente, pero me dice que al día siguiente regresan a la India. Me dice que de todas formas seguimos en contacto, porque les gustaría hacer alguna charla sobre cultura o literaturas latinoamericanas. Me pide el número de teléfono, pero desgraciadamente no me lo sé de memoria y me pide el e-mail. Se lo doy y yo le pido el móvil. Me lo da y le pregunto el nombre. Me lo dice lentamente, como saboreando las sílabas y para que yo lo escuche bien: S.G. (pongo las siglas porque ya os desvelaré el nombre real más adelante, cuando el contacto esté más desarrollado). Me quedo callado. Confuso. No me creo que sea verdad. Pero no me atrevo a decirle nada por respeto, por miedo a que no sea quien imagino que es. Y quedamos en seguir en contacto. Cuando le doy a la tecla roja del móvil, me quedo pensando que debía haberle dicho que se esperara que iba allí echando chispas. Después ya en casa, puse su nombre en el google, y sí, era justo la persona que yo había rconocido: uno de los escritores más importantes de América Latina de estos momentos. No me lo podía creer: lo normal es que un lector busque a su escritor preferido para conocerle, pero nunca había visto que un escritor se pusiera en contacto con su lector desconocido para conocerlo.

Como yo no podía ir, el director del Instituto volvió al aula a decirle a Rafique que debía acabar la clase porque el señor Francisco no podía venir y querían conocer a alguien del departamento de español. Rafique no entendía nada, porque al embajador ya lo conocía, y tuvo que dar por terminada la clase. Fueron al despacho del Rector y se encontraron allí con el embajador del país latinoamericano en cuestión, el canciller, una secretaria y otra persona que debía ser alguien de una editorial, porque delante de él había muchos libros. Rafique fue presentado y al rato se puso a hablar con el presunto agente editorial, un tal S. Rafique le miraba la cara intentando reconocerlo, porque le resultaba muy familiar, pero no podía localizar en su memoria el apellido, ya que sólo le habían dicho el nombre. S. le hizo entrega al departamento de español de algunos títulos de escritores de América Latina (García Márquez, Laura Restrepo o Fernando Vallejo, entre ellos), y Rafique le dijo que había traducido al bengalí la última novela de Márquez, Memoria de mis putas tristes y S. le dijo que era el hombre que estaban buscando, con una alegría enorme. Y quedaron en seguir en contacto. Cuando Rafique volvió a casa, revisando entre sus archivos digitales de favoritos de Internet, encontró una foto del S. con el que había hablado esa misma tarde en la portada de una edición del periódico El País, y se dio cuenta de con quién había estado conversando: ni más ni menos que S.G.

Así que, ayer, antes de ir a comer, como Rafique tenía su e-mail, me pidió una carta entre formal y literaria para enviarla por correo electrónico a S.G. dándole las gracias por todos los libros que nos habían regalado, pidiéndole disculpas por la poca atención recibida por nuestra parte y ofreciéndonos a seguir en contacto. Pero como no había internet en ese momento, la guardamos en un word esperando la conexión.

Después de la carta, di un pasito más hacia mis estudios del Doctorado en la Universidad de Dhaka. Aquí, para hacer un doctorado debes hacer una solicitud para poder hacerlo en esta Universidad, adjuntando una copia de tu Curriculum Vitae y una copia de todos los títulos y cursos a los que hayas asistido. De momento ayer hice la solicitud y le di a Rafique 40.000 takas para que me comprara una impresora en una tienda que tiene al lado de su casa, para poder imprimir aquí el curriculum y todos los títulos y certificados, que me los traje todos escaneados. La verdad es que estoy muy ilusionado, y ya voy pensando posibles materias en las que poder investigar.

Después, nos hemos ido a comer donde siempre, pero esta vez mi canon se vino conmigo y puedo deleitaros con alguna foto más.


Aquí tenéis a uno de los bedeles de la facultad. Viendo pasar el tiempo por las calles de Dhaka. siendo partícipe del gentío, pero a un lado. Su barba y su pelo tintados de naranja nos indican que va a la moda. Sus preocupaciones parecen haber quedado muy atrás, escondidas en el pasado. En la sombra imagina cómo sería Dhaka sin humedad, sin calor. Sin sudar. Tal vez esté rezando. Tal vez esté pensando qué hará cuando se le acabe este trabajo dentro de dos años, tiempo máximo que puede estar en este puesto público, ya que los funcionarios van cambiando cada dos años.


Por el cartel de mi Instituto parece que no haya pasado el tiempo. Inglés y bengalí separados por el escudo de la Universidad. Mi segunda casa. Mi lugar donde ejerzo de lector visitante de español. Por que, al fin y al cabo, aquí soy visitante. Lector ya lo era antes, pero sólo porque leía (y leo). Ahora hago efectiva otra de las diez acepciones que la Real Academia da de la palabra, "En los departamentos universitarios de lenguas modernas, profesor, generalmente extranjero, que enseña y explica en su propia lengua". Soy lector de español en la Universidad de Dhaka (Bangladesh).


De camino al Restaurante Universitario, me he encontrado con esta imagen medio inglesa y medio bengalí. Inglesa por el autobús amarillo, de dos plantas y estirado hacia arriba como en el mismo Londres, y bengalí porque no se ve bien pero va abarrotado de gente, y además por que como podéis comprobar, entre rickshaws y gente cruzando, el frenesí de esta ciudad enorme no descansa. Ir a pie por las calles es un peligro, pero, sin embargo, desde que estoy aquí ya hace un mes y una semana, todavía no he visto ningún accidente. Lo cual me hace pensar que están acostumbrados a este tráfico intolerable en una mentalidad occidental. Y es que la visión del otro nos hace pensar en nuestras diferencias para identificarnos ante el otro: lo que no tenemos o somos nosotros son ellos.

Este cartel ya lo habéis visto en otra entrada, pero ahora lo podéis ver más de cerca. Es de un banco, y me parece muy interesante porque lleva implícita una huella cultural. En esta cultura, musulmana donde las haya, el cerdo no está aceptado como animal, con lo que la hucha que para nosotros es ese animal, aquí es un elefante. Pero además, lleva también un dato sociológico, y tiene que ver con la economía. La moneda que hay apunto de entrar por la ranura es la de 2 takas, o sea 0,02 €. Es una correlación sueldo medio anual-cantidad que puedes ir ahorrando. En un país donde tal vez un sueldo medio mensual puede ser 150-300 € se tiene que ahorrar en céntimos, y muy poco cada mes. Pero, por lo menos, hay bancos que como éste, aseguran dichos ahorros, con la consiguiente tranquilidad que se manifiesta en la cara de este cliente que vemos en la imagen con el móvil. Además, para qué engañarnos, caben muchos más ahorros en un elefante que en un cerdo. Aunque también, para poder ahorrar un euro, hacen falta muchas monedas de dos céntimos, o sea, de 2 takas.


Y, por fin, aquí os presento mi alimentación casi de a diario. El arroz guarnecido con la verdurita y el muslito de pollo, que la verdad es que está muy bueno. Hoy, lo mejor de la comida ha sido la conversación con Rafique. Le he comentado que el otro día la alumna que se me acercó al final de la clase me dejó entrever que están un poco perdidos, y que tengo miedo de que empiecen a abandonar sus estudios de español por no entender casi la mitad de las cosas. Le dije a Rafique que había tratado de animarla diciéndole que era sólo la tercera clase, y que ella misma se daría cuenta que dentro de un mes y medio sabría bastante español. Rafique me confirmó que eso pasaba todos los cursos con los alumnos del nivel Junior, y que estuviera tranquilo porque ante eso no había nada que hacer, que es el alumno el que decide si seguir o no con sus estudios. Yo le dije que había pensado que sería buena idea para la siguinte clase explicarles por encima una teoría lingüística que tenía que ver con el aprendizaje del lenguaje. Rafique me pidió que le explicara a que me refería. Le dije que cuando tenemos entre un año y dos, nuestro cerebro se encarga exclusivamente de recopilar información que escucha, sin pronunciar una palabra, y que es a partir de los 21 meses o los dos años cuando trata de reproducir esos sonidos que ha ido almacenando, ejecutando órdenes a la lengua y a las cuerdas vocales, hasta que más o menos, entre el segundo y el tercer año ya empieza a hablar correctamente, ejecutando sonidos con significado y sentido en sí mismos. Y que también, que se han hecho estudios y se ha llegado a la conclusión de que la mejor edad para aprender un idioma no materno es entre los cinco y los diez años, poque el cerebro todavía tiene recientes esas actividades de almacenar y reproducir que ha utilizado a la hora de aprender el idioma propio. Rafique me escuchaba en silencio, ya conocía esas teorías, pero parecía que nunca se las habían explicado de forma tan clara, y eso que yo estaba hablando todo el rato en inglés.

Bueno, proseguí diciéndole que yo el problema lo veía cuando empiezas a aprender un idioma nuevo, extranjero, a los 20-25 años, edades entre las que se encuentran nuestros alumnos, porque el cerebro ya ha olvidado las tareas de aprendizaje-reproducció, y que lo que yo proponía era suplir esa carencia tratando de comparar estructuras del español con las de la lengua que ellos conocen, el inglés, que, aunque literalmente no son idénticas, sí que se sostienen sobre la misma base. Por ejemplo, una frase como What's your name en español, literalmente, tendría que traducirse como ¿Qué es tu nombre?, pero sin embargo se traduce como ¿Cómo te llamas?, que, aunque no sea idéntica a lo que es en inglés, la base estructural de la construcción es la misma, el sentido o significado de ambas construcciones es el mismo, la intención de ambas es saber cual es el nombre de la otra persona, para poder llamarlo en cualquier momento por su identidad. Pues eso es lo que quiero tratar de hacer ver a mis alumnos: que "muevan" su lenguaje conocido al idioma nuevo que están aprendiendo, que no se fijen tanto en las traducciones literales, que traten de comparar, de poner frente a frente las estructuras del inglés con las del español, y que con esa comparación, traten de recuperar su significado último.

Rafique, que había estado callado escuchándome, me dijo que le parecía una idea fantástica, y que la comentara en clase, que no perdía nada, sino al contrario, que podía ganar mucho de mis alumnos.

Pedimos el té, nos lo tomamos y nos volvimos al despacho, y seguí haciendo más fotos.


Justo a la salida del edificio donde está el restaurante de los profesores, están estos dos edificios, que son la Facultad o el Instituto de Ciencias. He tratado muchas veces de limpiar el objetivo porque las fotos me salen muy grises (en esta en concreto hay una ISO 1600, la máxima que acepta mi cámara, pero la contaminación y el ambiente gris del clima no dejan entrar la luz en mi objetivo, y parece que sea siempre el anochecer). La mayoría de los edificos del Campus son como estos, blancos, con grandes ventanas, y de una media de entre cinco y diez alturas. Monstruos que están cargados de cultura en su interior y que parece que por su exterior no haya pasado el tiempo, que sólo hayan recibido la visita del agua del monzón.


El pasado 13 de Agosto tuve vacaciones porque era la celebración de una festividad hindú. Debido a ésto, decoraron esta puerta de entrada a uno de los parques del Campus Universitario de esta forma, con colores e inscripciones en bengalí. Abajo, medio tapados por el CNG que está pasando podéis ver también dos sombrillas, que son parte de un puestecito de helados y otra casetita donde puedes tomarte un té y unas galletitas. Y, al fondo, la inmensidad de la vegetación.


Este dibujo en mosaico está justo enfrente de la puerta que os he puesto arriba, en el otro lado de la Avenida. Está en uno de los muros que dan al recinto del Instituto de Ingeniería, y me parece muy interesante porque el individuo del centro, el del bigotito, me recuerda a un rickshawalla, con su pañuelo atado a la cabeza para evitar que le caiga el sudor por la cara, y su camisa. Pero lo mejor es su sonrisa: me hace pensar en esta sociedad, en su carácter, en el sobrevivir al día a día, sólo necesitan ser felices con lo mínimo, lo que gana un ricsawalla en el día le da para comer mínimamente ese día y tal vez al siguiente, aunque suelen comer en los puestos de la calle, con lo que tampoco le saldrá muy caro. Pero, lo que os decía, son felices con lo mínimo.


Por eso, como necesitan ser felices y necesitan su vehículo, le quitan el veneno y el polvo de la contaminación de esta ciudad, aprovechando cualquier charco, como es este que se forma por el agua que sale de una manguera, utilizada para achicar inundación en uno de los edificios de la Universidad, y que antes de colarse en la alcantarilla, se remansa en esta especie de charco, deleite de rickshaw. En realidad, lo que hace este rickshawalla no es otra cosa más que limpiar su puesto de trabajo, como si limpiáramos nuestra oficina o nuestro despacho. Me encanta esta foto porque se ve el brillo que ha conseguido darle al guardabarros de la rueda de delante, y la foto de abajo muestra que el rickshaw lo tiene muy bien conservado.



Aquí tenéis una de las estatuas erguida en recuerdo de una de las batallas por la que ha pasado este país para conseguir su independencia territorial, política, y, tal vez la más importante, lingüística. Sangre derramada de estudiantes, profesores y civiles en una guerra, que como todas las guerras, fue absurda, pero que como todas las guerras, se llevó a cabo.
Ya de vuelta en el despacho, nos hemos puesto a hablar sobre la traducción de una obra extranjera a tu lengua. Rafique me explicó los problemas con los que se encontró al traducir al bengalí la obra de Márquez que ya os he comentado arriba. Me dijo que quería reflejar el ambiente cálido de la narrativa de Gabo, pero que lo más difícil fue buscar un sinónimo de algunas palabras que se pudieran entender en el idioma de sus lectores, y que también había tenido alguna dificultad con el personaje femenino que hace de matrona del burdel, que hablaba de manera demasido coloquial. Yo le dije que bueno, que yo pensaba que una traducción de una novela o poesía era hacer una obra distinta a la original, porque, quieras que no, en una traducción, el traductor está representando su propia lectura de la obra original, que no tiene que ver a veces con la visión que ha reflejado el autor original de la obra. Rafique me dijo que compartía esa opinión. Aquí os dejo la portada de su edición bengalí de Memoria de mis putas tristes.


Después le he pedido que me ensañara los libros que nos había regalado S.G. el miércoles, y le he pedido si podía elegir alguno para traérmelo a casa, y como podéis ver, he elegido La Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo.
Después he salido a buscar un CNG y Rafique se ha metido en clase, y mientras esperaba, he podido hacer dos fotos más.

Una estatua en lo alto de la rotonda central del Campus, me parece simbolizar la Universidad pero al mismo tiempo, esta ciudad. Hombres y mujeres estudian en una comunidad universitaria, tienen acceso al conocimiento universal, pero al mismo tiempo, están arracimados en un espacio mínimo, como esta ciudad, en la que vivimos todos apelotonados, en un territorio escaso e ínfimo. Y, a la izquierda de la imagen, la parada de taxis (el cochecito azul y blanco es el taxi en el yo me vine, porque los CNGs no me querían traer), CNGS, autobuses y rickshaws.

Y para el final, un puestecito típico de helados, al lado de uno de coca-colas. Casi caigo en la tentación de comprarme un cucurucho, pero todavía no me atrevo, porque no sé mi estómago cómo lo soportaría, porque no sé cómo los hacen, pero ya os contaré si algún día me como alguno, porque con este calor apretece un heladito.
Besos y abrazos. Y muchas gracias por leerme.

6 comentarios:

Purita dijo...

Cuántas cosas nos estás contando en cada entrada. Me gustaría tanto poder vivir contigo todo esto. Pronto llegará la oportunidad de estar juntos allí y podrás salir en algunas de las fotos.
Ya nos irás informando de cuando se pone en contacto contigo S.G. y qué vas a hacer. Y también de tu Doctorado.
Te amo.

Francisco dijo...

Pues si, espero poder salir pronto en las fotos y que por supuesto me las hagas tu. Si, ya iré informando de las cosas que vayan ocurriendo con S.G. y de lo que finalmente hago con el doctorado. Te amo

yomismo dijo...

S.G.???
Hummmmmm, no se. Podria ser Salvador Garmendia, pero lo veo complicado porque creo que se murio hace unos años....

Entonces, solo se me ocurre uno, así a bote pronto. Podrias darnos alguna pista....¿es colombiano?

En cualquier caso, y por lo que parece, tu blog ya parece una novela, estamos aqui todos enganchados para conocer las ultimas novedades. Me alegro un montón de que todo te esté saliendo bien, aunque no podría ser de otra forma, esto es solo una pequeña parte de lo que te mereces y que seguro que está por llegar.

Muchas gracias por hacernos participes de ello.
Un abrazo cuñado.

Chache

Pat dijo...

Teteeeee, que guayy!!!, me parece muy interesante la como quieres enseñarles a tus alumnos a que les sea más facil aprender el español. Se nota también que conectas muy bien con Rafique y eso es importantisimo. Me alegro muchooo. Me han encantado las fotos, la del cartel de la hucha de elefante está muy curiosa, jajajaja.

Bueno tete, ya nos cuentas como te fue la clase de ayer, como sigue todo, y no desveles todavia quien es S.G jejejejejeje, besitooossss.

(^o^) dijo...

Pues sí está claro,

Santiago Grisolía, el del genoma.

Pero tengo 3 preguntas:

1. ¿Qué hace en la India?
2. ¿Por qué te hablaba con acento latinoamericano?
3. ¿Pero éste hombre no es de Valencia?

(^o^)

A todo esto, que ya estoy rodando por aquí también. Más info en mi blog.

LA MAMI dijo...

Aunque parezca mentira, te sigo aun estando de vacaciones.
PEDASOOOOOO ENTRADA sobrinoooooo.
Si es que eres un tipo importante e importado (jajajjajaj) y los grandes escritores te requieren.
Un besazo desde Denia, mi paraíso particular donde estoy descansando unos días.
Cuidate