martes, 26 de enero de 2010

Una historia de eficacia ¿policial?

Hoy es un día tranquilo, en el que me voy a permitir contaros una anécdota curiosa que me pasó hace dos semanas.


Estaba en una reunión de amigos y uno de ellos me comentó que ya era muy tarde y que se volvía a casa, y me preguntó si me marchaba con él, y que su chófer me dejaba en mi apartamento sin problemas. Yo, como al día siguiente tenía clase por la mañana temprano y ya estaba cansado, acepté sin demora su invitación, ya que, además, por la noche no puedo hacer lo que me gusta tanto durante el día, que es pasear e ir a todas partes andando. La sorpresa vino cuando bajamos a la calle.


A la salida del garaje nos encontramos que estaba ya su chófer allí esperándonos, hablando con un grupo de personas, junto a un hombre que estaba atado a un árbol. Mi amigo le preguntó a su driver qué había pasado con aquel "detenido" y le contó que lo había pillado tratando de robar uno de los espejos retrovisores de ese mismo coche en el que íbamos. Mi amigo no se lo creía: el chófer nos contó que se encontraba durmiendo en el asiento de detrás cuando vio una sombra en la zona de delante y escuchó unos sonidos raros, que le despertaron. Apenas sin moverse, se encontró con la sorpresa: un hombre estaba tratando de llevarse uno de los espejos. Como las lunas de detrás son oscuras, el ladrón no se dio cuenta de que lo habían descubierto. El chófer, rápidamente, se levantó y salió fuera, pero el usurpador al verse descubierto en su treta, empezó a correr. El chófer entonces se puso a perseguirlo, pero el otro corría más rápido y en seguida le perdió la pista. Sin tirar la toalla, y tratando de cogerlo para darle su merecido por su intento de hurto, empezó a preguntar a gente de la calle si habían visto a un hombre pasar corriendo, hasta que fue enlazando pistas y finalmente lo pudo pescar. Lo llevó de nuevo a la puerta del garaje de la finca donde estábamos nosotros mientras llamaba a la policía para que se lo llevaran, y lo ató al árbol a la espera de que llegara la fuerza del orden o a que bajáramos nosotros para dejar claro que su cliente, mi amigo, podía confiar en él al ver el resultado de su hazaña.


Finalmente nos quedamos con la duda de si llegó la policía y se llevó al ladronzuelo o si llegó y lo dejaron irse, o si la policía no llegó nunca y aquel hombrecillo, flaco, sucio y pobre se marchó libremente soltándose del árbol. Nunca lo sabremos. Lo que sí está claro es que robar aquí está muy perseguido y aquel que lo haga tendrá su escarmiento, lo cual, si cabe, me hace ir más tranquilo por la calle.


Mientrastanto, aquí va saliendo el sol, subiendo las temperaturas, y los rickshaws siguen siendo "camas improvisadas".


domingo, 24 de enero de 2010

22ª clase-Primera del segundo ciclo

Hola a tod@s de nuevo...



Aquí estoy otra vez para contaros el desarrollo de mis clases, para que podáis coger nuevas ideas para los que seais profes y nuevas sensaciones para los amigos y familiares.


Después de darme cuenta de que iba demasiado rápido en la enseñanza del temario del curso, decidí pegar un frenazo y estuve unas diez clases dando repasos de cosas que ya había dado y haciendo ejercicios para reforzar esa materia, por eso veis un ligero silencio entre la 12ª clase y ésta.


Como veis, ya ando por la vigésimo segunda clase, la primera de mi segundo ciclo. Esta primera clase, además, del 2010, la comencé explicándoles la aventura faraónica en la Embajada de Bangladesh en Madrid en busca de mi visado, para que se fueran animando y despejando, y después les hice entrega de las fotocopias de la segunda parte del temario.


Cuando ya tenían el material, empezamos la materia nueva, pero lo hice de manera amena: consisitía en un ejercicio que tenía estructura de test sobre sus hábitos para cuidar su imagen o si se despreocupaban por ella. Fui anotando en la pizarra todas las respuestas de todos los alumnos, escribiendo después la suma de todas las respuestas de cada letra, para al final sumar cuántas había de la A, cuántas de la B y cuántas de la C. De forma que si había mayoría de la A sabían cuidar su imagen, mayoría de la B significaba que, bueno, se cuidaban pero no era los más importante de sus vidas y si salía la C como mayoría, es que llevaban unas pintas desastrosas... Gano la B.


Después de las risas que provocó el juego, hicimos otra actividad, esta vez con dibujos de animales, que debían enlazar con una breve descripción de ellos. Entre los animales estaba el oso panda, la hormiga, el guepardo, la tortuga, el gato y la abeja. Así, por ejemlo, debían decir que "La abeja vive en una comunidad muy bien estructurada. Hay diferentes grupos que realizan diferentes trabajos.", del guepardo que "puede correr a una velocidad de 100 km por hora.", del oso panda que "come entre 10 y 20 kilos de bambú al día", del gato que "se lava aproximadamente 20 vees al día", de la hormiga que "levanta 50 veces su propio peso y 30 vces el volumen de su cuerpo" y de la tortuga que "le gusta mucho el calor y duerme durante los meses de frío, normalmente desde octubre hasta abril." Unidos los dibujos con sus descripciones, debían saber qué animal era el más dormilón, cuál es más limpio, el más rápido, el más comilón, el más organizado y el más fuerte, realizando frases como ·"El oso panda es el animal más comilón" o "El gato es el animal más limpio".


Y ya para acabar con las actividades, les puse un ejercicio relacionado con las horas, con el típico relojito parado en una hora y ellos debían decir de cuál se trataba.


Y como aún me quedaba un cuarto de hora, les propuse una especie de debate: uno de los regalos de esta Navidad fue un e-book y lo mostré para que lo conocieran, ya que muchos de ellos sí que lo habían oído pero nunca habían visto uno, dado que aquí todavía no han llegado. Después del asombro que causó la novedad, les pregunté qué opinaban de él, y hubo opiniones de todo tipo, aunque se sacaron algunas conclusiones: si bien es muy cómodo porque puedes llevar miles de libros en él ahorrándote peso en la mochila (en caso que vayas a clase o al trabajo) o en la maleta, como es mi caso, ya que ya no me han hecho falta libros en el equipaje, el e-book tiene dos grandes desventajas, una es que el objeto libro (su olor, su peso, su tacto o el suave sonido de sus páginas cuando las pasas avanzando progresando en tu lectura) desaparece por completo, dejando vacías estanterías, que dejan de albergar libros, imagen muy apreciada por los grandes lectores. Pero además, y ya fue acabando el debate, les plantee un problema: la descarga de archivos. Les propuse que se imaginaran que eran escritores, y que se habían pasado un año tomando notas, investigando y estudiando, para estar otro año escribiendo su nueva novela, y que una vez ya está editada y publicada en formato digital, resulta que hay alguien que por internet paga y se la descarga (no sé si realmente funciona así, porque todavía no me ha dado por comprarme un libro en la web), y resulta que una vez tiene el archivo pdf comete la insensatez (para nosotros que hemos escrito la novela) de subirla a alguna página de descarga gratuita. Realmente nos sentará muy mal, ya que habríamos estado dos años trabajando sin cobrar más que la cuota que la editorial nos paga por aquella descarga. Supongo, y espero, que la industria editoral digital no cometa el error de ponerlo tan sumamente fácil, supongo que el libro por el que tú pagas esa descarga llevará algún tipo de código con el que sólo podrá abrir ese achivo el usuario que lo ha descargado; si no es así, ya estoy viendo que muchos escritores van a empezar a dejar de escribir gratis. Además, se llegó a la conclusión de que el e-book es un buen invento desde el punto de vista medioambiental por la consabida ausencia de la tala de árboles, y no sólo eso si no que esperemos que el precio de un libro digital no sea el mismo que el de un libro clásico, ya que la editorial estará ahorrando en material gráfico y de imprenta (con el consiguiente gasto humano) y en la distribución, ya que los libros se venderán a través de páginas webs, lo cual también repercute, por otro lado, negativamente, en el lugar "Librería", ya que el espacio lleno de libros a la venta acabará desapareciendo (esperemos que no), ya que muchas de las librerías se mantendrán activas exclusivamente a través de su versión virtual. Sea como sea, con sus pros y sus contras, todos los alumnos llegaron a una opinión general: el e-book es el futuro de la industria librera.


¿Vosotros que opináis sobre todo este tema?


Un abrazo a tod@s

viernes, 22 de enero de 2010

Pobreza alucinatoria

Anoche soñé una pesadilla inolvidable, mordaz, dolorosa, lacrimal y escocida. Ví a un hombre caminando a cuatro patas que me perseguía sonriendo, a saltos, apoyado en los nudillos de sus manos casi en los huesos, sin dientes, y guiñándome un ojo. Cómplice, tétrico, cercano, sucio y medio ciego. El puñal de la realidad se clavó en mí cuando tuve la certeza oscura de que estaba soñando despierto: mis pies cruzaban de lado a lado, en diagonal, en una tregua del tráfico, Gulshan 2 Circle...

jueves, 21 de enero de 2010

Mi visado:la carambola que esperábamos

Después de pasarme toda la tarde dudando sobre hacer o no hacer este post, al final he decidido que lo tenía que hacer, y no como una obligación, si no para compartir con vosotros mis sentimientos en un día como hoy, ya que ha sido de los más especiales desde que estoy aquí en Bangladesh, y, mostrando algunos de mis sentimientos, me podéis, al mismo tiempo, sentir más cerca.


Como bien saben mis más allegados, hace cuatro meses que solicité mi visado, y han sido cuatro meses de muchos altibajos y preocupaciones, de sentirme como atado, sin poder salir del país sin problemas: cuando volví a España para pasar las vacaciones, la embajada española, para evitar complicaciones, tuvo que mandar una Nota Verbal al Ministerio de Asuntos Exteriores. Me daba miedo salir del país pensando que no me dejaran volver a entrar. Y hoy finalmente, después de tanto tiempo, me han dado mi visado y me siento extraño, como si saliera de la Caverna de Platón, como si hubiera estado mucho tiempo con los ojos tapados y de repente alguien me hubiera quitado el pañuelo que no me dejaba ver.


Sé que no estoy en la posición de opinar o protestar sobre cómo se han hecho las cosas, porque al fin y al cabo, tengo mi visado. Además, bueno, no me gusta opinar sobre cómo hacen los demás las cosas mientras las hagan bien, y éste es el caso. No quiero quejarme de haber estado tanto tiempo esperando si finalmente la cosecha a reunido sus frutos, y muy buenos. Sólo quiero aconsejar a todos aquellos que por algún motivo tengan que venir a trabajar a Bangladesh que tengan paciencia porque al final la espera tiene su merecido; además, si soy sincero, el hecho de que haya tenido que esperar tanto tiempo, con tantísimas preocupaciones, hace que esta alegría que siento sea, tal vez, más grande que si me lo hubieran aceptado en tres días. Y no sólo esto, si no que, incluso, esta espera y este gran acontecimiento de hoy han hecho que Bangladesh se me haga distinto. Recuerdo las angustias que sentía cuando iba a la Oficina de Extranjería, sin saber qué me iban a decir, sin saber por qué esquina de qué mesa dormían todos mis documentos. Ahora Bangladesh es más mío si cabe. Pero también soy más suyo, porque ya me ha aceptado. O mejor, por qué no, ya somos. Porque, al fin y al cabo, somos ya plural: nos hemos marcado mutuamente, en mi pasaporte ya hay una marca, un cuño que simboliza nuestra unión ya inolviable.


Cuando volvía a casa con mi pasaporte ya visado, atravesando media ciudad en un CNG, comprobaba que las miradas de esta gente inerme continuaban allí. Y pensaba que era muy curioso: muchas veces ellos mismos me han preguntado que por qué he elegido Bangladesh, si ellos están tratando de salir de aquí con la urgencia de encontrar una vida mejor. Y es que es una paradoja: yo he sido muy feliz hoy porque puedo pemanecer en el país sin problemas y ellos tratan de aunar todos sus esfuerzos y sus mínimos ahorros para salir de este agujero lleno de luz.


No soy de supersticiones ni de pensar en casualidades, pero a veces me da por pensar que hay días que están marcados por alguna especie de signos oscultos. Esta mañana llevaba un budita en el bolsillo que me regaló mi tía, una figurita que es un torito-imán para la nevera que me regaló mi familia y la alianza que lleva el nombre de la mujer con la que me voy a casar... Además, justo en el momento en el que mi pie tocaba suelo cuando bajaba del CNG que me ha llevado a la oficina de extranjeros, sin saber por qué, en mi MP3 ha empezado a sonar "Yasmine the light", de Explosions in the Sky. Aquellos que me conocen sabrán que un escalofrío ha invadido mi cuerpo como una aguja llena de espinas que inyectara en mí millones de hormigas... Y la verdad (la canción os la pongo al final del post por si queréis escucharla) es que me he sentido como el nombre del grupo: veía en todo el cielo de Dhaka explosiones de fuegos artificiales de todos los colores y sonidos, invadiendo el firmamento azul de esta ciudad, que, por fin, después de días grises y apagados, se ha visto poblado por un sol que, aunque tímido, quiere empezar a calentar estas calles húmedas y desapacibles.


Me traje en la maleta, regalo de mi cuñada, una bolsita de té con azafrán rojo griego y otras especias y quería esperar a una ocasión especial para saborearlo con el gusto, y no sólo con el olfato, pues el olor invadía mi cocina desde que llegué la semana pasada. Y he pensado que hoy era el día señalado para tomármelo lenta, rigurosa y espiritualmente. Con los ojos bien cerrados, como para memorizar su lángido sabor.


Espero que, aunque sea lejanamente (allá en lontananza como diría un amigo) hayáis compartido este pequeño momento de suave alegría. Dicen que hay días en los que das tu golpe bueno, y que una carambola a tres bandas introduce la bola negra en su agujero correcto. Hoy ha sido uno de esos días.


Disfrutad la canción como yo he disfrutado de ese golpe.


martes, 19 de enero de 2010

La tranquilidad de saber que esos momentos volverán

No me quiero limitar a saber que estas sábanas volverán a encontrarnos mientras las noches ya no se repiten más y empiezan a oler en las encrucijadas del sueño que no se quedan olvidados en la almohada. Estufas. Ventanas despobladas. Desayunos que esperan en los armarios a ser preparados. Abrazos permanecidos en la perfección. El frío de una canica de cristal en el hielo del piso. Los espejos en aquel techo de tres metros y medio de altura. Espero que no tardemos mucho tiempo en saborear esta pregunta: ¿qué ocurre en nuestras casas cuando dormimos?

Porque a veces hay que repetir

domingo, 17 de enero de 2010

Regreso a comenzar mi segundo ciclo bengalí

Hola de nuevo a tod@s!!!


Bueno, después de casi un mes en España frenético y sin parar (preparativos de nuestra boda, visitas a familares y amigos, regalos, nieve, rescates, playas y abrazos) aquí he vuelto a Dhaka para recuperar mi espacio y de nuevo a reencontrarme conmigo mismo en cada milímetro de mi entorno.


Y quiera que no, ha comenzado un segundo ciclo en mi aventura bangla, y como todo comienzo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. No sé si es porque los seres humanos tendemos a relativizar todo comparando con cosas que se quedaron en el pasado, tal vez tratando de darnos ánimos o por tratar cosas que aprendimos en aquellos momentos, pero eso, inconscientemente, es lo que he hecho: en el vuelo entre Doha y Dhaka me puse a reflexionar, mientras miraba a través de la ventana el lecho de nubes que teníamos debajo nuestro, en lo diferente que fue esta vez a la vez anterior, por allá por Julio. Empezando desde el principio, el viaje en coche entre Valencia y Madrid fue totalmente opuesto tanto en los paisajes como en las sensaciones que recorrían mi cuerpo: ahora, desde practicamente Chiva hasta el mismo aeropuerto la nieve ocupaba todo el exterior, y los nervios unidos a la tristeza de las separaciones del primer viaje se quedaron solamente en lo segundo, con la diferencia de que esta vez las despedidas fueron más duras, pero trataba de pensar en la cantidad de cosas que me esperaban por aquí y me autoanimaba con la idea de que estos siguientes cinco meses pasarían seguramente más rápidamente que los anteriores. Así, después de abrazos y lágrimas, animádonos los unos a los otros con la perspectiva de la boda, pasé la policía y me propuse que este segundo ciclo fuera mejor que el anterior. De momento llevo 3 días y se me han pasado tan rápido que parece que aterricé ayer.


Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Eso, más o menos, me pasó a mí: en julio tuve que deja una maleta llena de libros en el aeropuerto para que se la llevaran mis padres, ahora el problema lo tuve con el equipaje de mano. En ninguno de los dos viajes anteriores me habían puesto problema con el peso de éste, y llevaba una maleta de ruedas de las permitidas en cabina y una mochila aparte; no lo pesé pero seguramente pesaban más de los 10 kilos que me obligaba a llevar como tope la mujer de la cola de facturación, que me aconsejó que sacara cosas ya que en la entrada del avión seguramente iban a pesarme las dos maletas y ya no tendría a nadie para que se quedara con el excedente de peso. Así que, como la primera vez, tuve que repartir y rehacer las maletas y dejarme cosas más o menos "innecesarias", trayéndome sólo la mochila, que ella solita ya pesaba los 10. El caso es que a la hora de entrar en el avión no había nadie que me pasara la mochila y mucho menos había una báscula, lo cual me hace pensar que el tema del peso permitido en el equipaje de mano no es cuestión de la compañía de vuelo, si no del aeropuerto. Porque ni en Madrid ni en Doha me lo pesaron, y si no llego a decir nada a la mujer de facturación tal vez me hubiera venido con las dos maletas, pues me pasaba sólo 3 kilos. Pero bueno, siempre está bien que te pasen esas cosas para ir prevenido y "aprendido" para otras veces.


Lo que recordaré siempre será la sensación en el aeropuerto de Barajas: mis ánimos se debatían entre tirar la toalla y perder el vuelo y volverme aquí de nuevo, a llenar la soledad de lecturas, escrituras, entradas de blog y clases. Dada mi situación más o menos privilegiada, ganó, lógicamente, la segunda opción.


Lo que si fue diferente entre ambos viajes de ida (o venida aquí) fue lo que sentí en las dos colas de embarque. Recuerdo el miedo que sentía la primera vez, era como si me hubieran tapado los ojos con una venda y me hubieran lanzado al vacío, enfrentándome a lo desconocido, al monstruo de no saber donde iba, separarme y abandonarlo todo para empezar a valorar lo que es no tener nada ni a nadie, y aprender a sobrevivir... Esta segunda vez ha sido la cara de detrás de la moneda: en ambas colas de embarque estaba triste pero ya seguro de mí mismo, ya sabía dónde iba a aterrizar, ya conozco a gente aquí (no estoy tan solo) y tengo mis cosas en mi casa... Y por supuesto, me esperan mis clases, que es lo mejor de Dhaka.


La siguiente sensación que me invadió y que esta sí que fue la misma que la primera vez fue el primer contacto con esta ciudad: el olor al salir del aeropuerto, un olor sin nombre, sin comparativo, entremezcla entre contaminación, flores y agua, un olor que nunca había olido antes de venir aquí, el olor suave de la pobreza de Bangladesh, que se te mete dentro y hace que te sientas sitiado por sonrisas, ventanas y nubes.


Pero si he de comparar con mi primera llegada, he de comentar los momentos que sucedieron a aquella salida de la terminal. Lo primero que hice fue llamar a Rafique porque no lo veía por ningún lado. El escuchar su voz de nuevo me dio un impulso de ánimo hacia mi casi total unión con la ciudad, gracias a él estoy aquí y gracias a él esta aventura es ya inolvidable. Ya no es aquel perfecto desconocido de Julio, ahora es mi mejor amigo de esta ciudad de soledades disueltas... Otra cosa que fue idéntica a mi primera llegada fue el encuentro con el tráfico y el escándalo de los cláxones de la ciudad, aquí el tiempo se mueve al ritmo de los coches, esta ciudad sería muy distinta sin la trabazón del potaje entre vehículos, rickshaws, CNGs y peatones que se juegan la vida... Un tiempo audaz que se detiene cuando paras en los semáforos y te adoran los indigentes y enfermos de esta ciudad que todo lo transforma.


Y a partir de ahí, todo, absolutamente todo lo que me pasó el día de mi llegada fue muy distinto: Rafique pidió a su chófer que parara un momento delante de una imprenta y me pidió que esperara un momento. Al cabo de dos minutos volvió con unas fotocopias y un sobre alargado. Me dijo que tenía una sorpresa y sacó del sobre dos placas de color rojo y unas letras blancas que escribían su nombre y el mío en cada una de ellas. Después comí en un barecito pequeñito y abarrotado de gente un arroz kichuri con una Pepsi por 125 takas y acabé justo enfrente en un banquito de madera al lado de una caseta de madera tomándome un té rojo con leche por 5 takas. Subí a casa de Rafique y para acabar esos primeros nuevos contactos con esta realidad, me leí el Bangladesh Today y me invitaron a saborear una chhanar gol·la, un dulce típico del que trataré buscar la receta para compartirla con vosotr@s. Y como colofón al frenético día de nueva inmersión cultural en esta sociedad que me ha atado, volví a casa en un CNG, percatándome del cambio que había experimentado mi alma entre la primera vez que subí a uno de ellos y esta vez. Eso sí, fue un viaje completamente distinto porque el frío también ha querido instalarse en Dhaka y no os podéis ni imaginar el helor húmedo que se te cuela en el cuerpo con el airecito que se cuela entre las rejas.


Y bueno, mi segundo día también ha sido completamente diferente a aquel de Julio: como era Jueves me tocaba dar mi primera clase en la Universidad, y me di cuenta, de nuevo, que aquel profesor de español que empezaba a dar clases en la Universidad por allá por principios de Agosto se había quedado a años luz, porque el contacto con el campus hizo que me reencontrara conmigo mismo al llegar delante del despacho: la placa de color rojo ya estaba allí colgada y mi nombre en color blanco me indicaba que ya no hay vuelta al pasado: que mi futuro está aquí y que, al fin y al cabo, esto que me rodea es lo que siempre he querido y lo que siempre he soñado, y que, afortunadamente, es lo que da nombre a mi blog. Dejé la mochila en el despacho y me fui a comer, sin olvidarme de una de las moleskines que me regalaron mis padres y un bolígrafo de la marca Matador en el bolsillo del pantalón, porque quería tomar las notas que dibujaban el esbozo de esta primera entrada de mi segundo ciclo aquí, mientras saboreaba mi delicioso plato de arroz con verduras, el dal y el muslito de pollo. Acabé de tomarme el té y volví al despacho a acabar de prepararme la clase, y fuera del Instituto me encontré con un grupo de alumnos que me llamaban para que me acercara a saludarles, lo cual me hizo sentirme más próximo a mi espacio en Bangladesh, me despedí de ellos y a la media hora estaba dando mi primera clase de este segundo ciclo, la cual os explico en una entrada aparte, para que no se os haga tan pesada la lectura.


Un abrazo bengalí