lunes, 27 de julio de 2009

CNGs y mudanza

Por fin ya he vuelto por aquí. Han sido dos días de infierno, porque hasta que no he tenido todo en su sitio no he parado. Entre vaciar ropa de la maleta, poner lavadoras y colocar todo en su sitio no he tenido tiempo hasta hoy de llamar para que me instalaran internet hasta hace unas horas, porque además, como ha sido fin de semana no hubiera conseguido mucha cosa.

Bueno, el viernes por la noche llegué aquí y el sábado por la mañana ya tuve que ir a la Universidad en CNG, ya que ya no tengo chófer. Quería haber cogido la cámara para inmortalizar el momento, pero pensé que igual era mejor dejármela en casa porque los taxis no llevan puertas y en algún semáforo podían pedirme limosna, y sabía que me iba a sentir muy mal. Así que no la cogí. La verdad es que tenía un poco de miedo porque me podía llevar adonde él quisiera, pero bueno, era un riesgo que debía pasar si quería llegar a la Universidad. Salí de casa y me acerqué a la Avenida principal, y sí, pasaban muchos CNGs pero todos estaban ocupados, con lo que miré hacia todos los lados y vi uno parado al junto a la acera. Me acerqué y le enseñé en el mapa dónde quería ir. Me dijo OK y subí en el asiento de detrás, sin sujección de ningún tipo. Y aquello empezó a moverse. Y justo, lo que me temía... me estaba llevando por otro itinerario, porque los días anteriores había tratado de memorizar los sitios por los que pasaba y aquello no me sonaba de nada. Hasta que al final, flash, llegamos a una rotonda conocida, y a los cinco minutos me vi al fondo de la calle la Universidad. Fue un viaje muy emocionante pero al mismo tiempo desconcertante, porque iba todo el rato mirando cosas que me recordaran al trayecto anterior, y al mismo tiempo mirando las cosas nuevas que no conocía de esta ciudad, como por ejemplo los márgenes del río, donde se vende pescado en puestecitos preparados para ello, con cuatro o cinco cajas apiladas una encima de otra.

Comí con Rafique y después vino el segundo viaje en CNG en menos de cuatro horas. Este fue tal vez más traumático porque en este barrio las calles llevan números y los conductores de CNG no se lo conocen muy bien, con lo que le enseñé el mapa y le señalé una mezquita que hay detrás de casa. Y ya supo donde era. Lo malo fue eso, que me dejó en la mezquita, y hasta que localicé mi calle me volví loco, hasta que un rickshaw me vio un poco perdido y me preguntó dónde iba. Le enseñé el mapa y me dijo que estaba justo en la calle correcta, que si seguía andando llegaría a casa. Y así fue.

Bueno, espero poder hacerme fotos algún día en un CNG y os las pondré aquí para que las veais, y os imaginéis un poco lo que se siente.

Un abrazo, y me encanta poder volver a estar con vosotr@s

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