jueves, 18 de febrero de 2010

24ª clase: la vuelta en rickshaw a través de la noche

Hoy toca de nuevo explicación de otra de mis clases. La verdad es que la clase transcurrió de la manera más normal, lo que fue realmente fascinante fue lo que vino después: un viaje en rickshaw de dos horas. Os resumo primero la clase y después cuáles fueron mis sensaciones en aquel viaje inolvidable.


Así, comencé con un ejercicio en el que había tres mujeres (una estudiante, una taxista y una pintora) que explicaban sus horarios de trabajo y entonces mis alumnos tenían que saber a qué mujer pertenecía cada horario. El ejercicio fue muy interesante porque funcionó como un repaso de la clase anterior. Después, para que forzaran el oído, les puse una audición de un chico que era compañero de piso de una de estas mujeres y contaba cómo era su horario habitual y cuándo coincidía en casa con su compañera, de forma que mis alumnos debían adivinar con cuál de las tres mujeres estaba viviendo. Esto también me pareció muy interesante desde el punto de vista del contraste cultural, ya que para mis alumnos es muy extraño que un chico y una chica puedan estar viviendo juntos sin ser pareja, sin estar casados o sin ser familia.


Una vez hecho el ejercicio hice una pausa para que fueran a tomarse un té. Y después les puse una actividad en la que tenían una serie de acciones que repetimos a menudo por las mañanas (desayunar, ir al baño, hacer la cama, salir de casa, lavarte los dientes, vestirse, maquillarte/afeitarte y ducharte) y mis alumnos debían poner esas actividades en el orden en el que ellos las hacían, con frases como "Primero voy al baño, después desayuno, luego...."; así hice una ronda por todos los alumnos para que explicaran a los demás qué es lo que hacían, y fue muy divertido porque hubo uno de ellos que dijo lo siguiente: "Yo primero ir al baño, después desayuno y estudio un poco, luego lavo me los dientes, ducharme, y sale de mi casa"... yo me quedé mirándolo, me rei, y le pregunté: "Entonces, ¿sales de casa sin vestirte??!" Y no os podéis imaginar cómo se empezaron a reír, casi se caen al suelo de la risa.


Cuando ya había pasado el momento irrisorio, puse orden de nuevo y les puse otro ejercicio interesante, ahora por parejas. Tenían frases típicas de repetición de actos frecuentes como por ejemplo "Nunca llego tarde a las clases de español" y entonces el otro alumno de la pareja debía responder "Yo sí / Yo también / Yo no / Yo tampoco". Al final de la ronda le dije al alumno de antes, el que iba desnudo por la calle, que él era mi pareja del ejercicio y le dije "Yo siempre salgo vestido de casa" y él me respondió, siguiendo la broma, "Yo nunca", jejejejjee...


Y para acabar la clase les dirigí a un ejercicio más cultural, en el que una madre y un hijo argentinos explicaban cuáles eran sus horarios del día a día. Como me quedaba poco tiempo, sólo leímos lo que decía el hijo, un chico joven, que vivía solo, y que trabajaba en una oficina de banco, durante todo el día, y que cuando salía de la oficina se iba a clases en la Universidad y después se iba a algún bar a cenar con algunos amigos, y que no volvía a casa hasta las 2 de la mañana. Les pregunté si había alguien en clase que llevara ese horario o similar, y qué les parecía la vida de este chico. Todos me dijeron que les parécía muy raro que viviera solo teniendo 23 años y que ellos nunca se van a un bar hasta tan tarde. Les dije que ya me esperaba esa respuesta. Y acabé la clase.


Recogí todas las cosas y me dispuse a coger un CNG para volver a casa, que desde la Universidad es una hora normalmente de camino. Pero debía haber un tráfico de mil demonios y me querían cobrar 300 takas, cuando normalmente me cobran la mitad o incluso a veces menos. La cantidad tope que le pago siempre es 150, más me estaría robando, así que les dije que no y me puse a esperar a ver si llegaba otro. El problema es que había un rickshaw que no dejaba de mirarme, sonriéndose. El caso es que estuve esperando 5 minutos y no llegaba ningún CNG vacío, todos estaban ocupados, así que decidí ponerme a caminar hacia las afueras de la Universidad, a ver si tenía suerte. Llevaba andados 100 metros cuando me di cuenta de que un rickshaw llevaba el mismo ritmo que yo, a mi lado, yo por la acera y él por la calzada. Miré de reojo y me preguntó si quería ir a Gulshan, y le dije que sí. Él se ofreció a llevarme. Le dije que estaba loco, que era una hora en CNG, que en rickshaw sería más del doble. Y me dijo que no me preocupara, que había mucho tráfico, pero que no tenía problema ninguno en acercarme. Yo, aunque no me gusta este medio de transporte, acepté la oferta y me subí. Fue divertido ir en un rickshaw que llevaba un conductor con una camiseta del Liverpool y que detrás ponía "Fernando Torres", jajajaaaa... de ese detalle sólo me di cuenta una vez estuve sentado detrás de él...


Lo que vino después fue algo que se encontraba entre el sueño y la realidad. Me adentré en la noche de Dhaka con un rickshaw, sintiendo al mismo tiempo miedo y una sensación de ser el único hombre del mundo que pudiera sentir todas aquellas cosas en aquel momento. Mi alma se fue quedando atrás, al mismo tiempo que se recomponía, las luces pasaban como pájaros de fuego, el aire húmedo me daba en la cara como una niebla recóndita y urbana que nadie podía despegarme de la cara. Normalmente salgo de la Universidad por Shagbagh, una zona que da a la Avenida principal de Dhaka, pero los rickshaws tienen prohibido ir por las vías principales de la ciudad, con lo que salió por Segun Bagicha, una zona residencial donde el tráfico era más que un tapón. Estuvimos parados 20 minutos, hasta que al final de la calle hubo gente de paisano que se puso a controlar el tráfico para que este fluyera, dada la ausencia total de policía. Pasamos aquel nudo cruzado por cuatro calles estrechas, y seguimos a la misma velocidad de antes.


Las farolas desaparecieron, dando lugar a los espacios más inverosímiles, intangibles e inconcretos. El miedo abandonó mi cuerpo, ya que apenas parábamos, y era como si la vida transcurriera alrededor mío de otra manera, no tan monótona, no tan aburrida, allá donde miraba veía gente, luces de fuego, luces tembolorosas en algunas ventanas, fachadas que lloraban largos chorritones oscuros después de las últimas lluvias, las tiendas repitiendo gesticulaciones, llamándome los tenderos para ofrecerme sus productos, fruteros tirados en el suelo ante su montaña piramidal de naranjas, mujeres con sares y pañuelos en la cabeza, agujeros en el asfalto, callejones que se iban estrechando tanto que parecía que iba a llegar un momento en el que no iban a tener salida, muros con carteles a medio despegar, el último periódico del día en esos mismos muros, mientras gente atrasada los leía a la luz de su mechero. Y, de repente, el lago, el mismo lago de siempre. Y Fernando Torres que se gira y me dice, "Sir, we are in Gulshan". Me dejó en la misma puerta de mi casa, después de dos horas en el que la memoria se despedazó en millones de añicos. Sabía que nunca iba a olvidar aquella sensación de fugacidad, de nocturnidad fascinante, y me sentí único es esta espesura de caos que es Dhaka.

1 comentario:

Patin dijo...

Que chulada tu experiencia en ricksaw, debió ser alucinante.

Me he reido mucho con lo que cuentas de la clase, tus alumnetes solo de pensar como salia su compi de casa después de ducharse debieron partirse de risa. Que bueno...

Me encanta como escribes!!!. Sigue así, seguiré muy pendiente.

Te quieroooooo