domingo, 17 de enero de 2010

Regreso a comenzar mi segundo ciclo bengalí

Hola de nuevo a tod@s!!!


Bueno, después de casi un mes en España frenético y sin parar (preparativos de nuestra boda, visitas a familares y amigos, regalos, nieve, rescates, playas y abrazos) aquí he vuelto a Dhaka para recuperar mi espacio y de nuevo a reencontrarme conmigo mismo en cada milímetro de mi entorno.


Y quiera que no, ha comenzado un segundo ciclo en mi aventura bangla, y como todo comienzo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. No sé si es porque los seres humanos tendemos a relativizar todo comparando con cosas que se quedaron en el pasado, tal vez tratando de darnos ánimos o por tratar cosas que aprendimos en aquellos momentos, pero eso, inconscientemente, es lo que he hecho: en el vuelo entre Doha y Dhaka me puse a reflexionar, mientras miraba a través de la ventana el lecho de nubes que teníamos debajo nuestro, en lo diferente que fue esta vez a la vez anterior, por allá por Julio. Empezando desde el principio, el viaje en coche entre Valencia y Madrid fue totalmente opuesto tanto en los paisajes como en las sensaciones que recorrían mi cuerpo: ahora, desde practicamente Chiva hasta el mismo aeropuerto la nieve ocupaba todo el exterior, y los nervios unidos a la tristeza de las separaciones del primer viaje se quedaron solamente en lo segundo, con la diferencia de que esta vez las despedidas fueron más duras, pero trataba de pensar en la cantidad de cosas que me esperaban por aquí y me autoanimaba con la idea de que estos siguientes cinco meses pasarían seguramente más rápidamente que los anteriores. Así, después de abrazos y lágrimas, animádonos los unos a los otros con la perspectiva de la boda, pasé la policía y me propuse que este segundo ciclo fuera mejor que el anterior. De momento llevo 3 días y se me han pasado tan rápido que parece que aterricé ayer.


Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Eso, más o menos, me pasó a mí: en julio tuve que deja una maleta llena de libros en el aeropuerto para que se la llevaran mis padres, ahora el problema lo tuve con el equipaje de mano. En ninguno de los dos viajes anteriores me habían puesto problema con el peso de éste, y llevaba una maleta de ruedas de las permitidas en cabina y una mochila aparte; no lo pesé pero seguramente pesaban más de los 10 kilos que me obligaba a llevar como tope la mujer de la cola de facturación, que me aconsejó que sacara cosas ya que en la entrada del avión seguramente iban a pesarme las dos maletas y ya no tendría a nadie para que se quedara con el excedente de peso. Así que, como la primera vez, tuve que repartir y rehacer las maletas y dejarme cosas más o menos "innecesarias", trayéndome sólo la mochila, que ella solita ya pesaba los 10. El caso es que a la hora de entrar en el avión no había nadie que me pasara la mochila y mucho menos había una báscula, lo cual me hace pensar que el tema del peso permitido en el equipaje de mano no es cuestión de la compañía de vuelo, si no del aeropuerto. Porque ni en Madrid ni en Doha me lo pesaron, y si no llego a decir nada a la mujer de facturación tal vez me hubiera venido con las dos maletas, pues me pasaba sólo 3 kilos. Pero bueno, siempre está bien que te pasen esas cosas para ir prevenido y "aprendido" para otras veces.


Lo que recordaré siempre será la sensación en el aeropuerto de Barajas: mis ánimos se debatían entre tirar la toalla y perder el vuelo y volverme aquí de nuevo, a llenar la soledad de lecturas, escrituras, entradas de blog y clases. Dada mi situación más o menos privilegiada, ganó, lógicamente, la segunda opción.


Lo que si fue diferente entre ambos viajes de ida (o venida aquí) fue lo que sentí en las dos colas de embarque. Recuerdo el miedo que sentía la primera vez, era como si me hubieran tapado los ojos con una venda y me hubieran lanzado al vacío, enfrentándome a lo desconocido, al monstruo de no saber donde iba, separarme y abandonarlo todo para empezar a valorar lo que es no tener nada ni a nadie, y aprender a sobrevivir... Esta segunda vez ha sido la cara de detrás de la moneda: en ambas colas de embarque estaba triste pero ya seguro de mí mismo, ya sabía dónde iba a aterrizar, ya conozco a gente aquí (no estoy tan solo) y tengo mis cosas en mi casa... Y por supuesto, me esperan mis clases, que es lo mejor de Dhaka.


La siguiente sensación que me invadió y que esta sí que fue la misma que la primera vez fue el primer contacto con esta ciudad: el olor al salir del aeropuerto, un olor sin nombre, sin comparativo, entremezcla entre contaminación, flores y agua, un olor que nunca había olido antes de venir aquí, el olor suave de la pobreza de Bangladesh, que se te mete dentro y hace que te sientas sitiado por sonrisas, ventanas y nubes.


Pero si he de comparar con mi primera llegada, he de comentar los momentos que sucedieron a aquella salida de la terminal. Lo primero que hice fue llamar a Rafique porque no lo veía por ningún lado. El escuchar su voz de nuevo me dio un impulso de ánimo hacia mi casi total unión con la ciudad, gracias a él estoy aquí y gracias a él esta aventura es ya inolvidable. Ya no es aquel perfecto desconocido de Julio, ahora es mi mejor amigo de esta ciudad de soledades disueltas... Otra cosa que fue idéntica a mi primera llegada fue el encuentro con el tráfico y el escándalo de los cláxones de la ciudad, aquí el tiempo se mueve al ritmo de los coches, esta ciudad sería muy distinta sin la trabazón del potaje entre vehículos, rickshaws, CNGs y peatones que se juegan la vida... Un tiempo audaz que se detiene cuando paras en los semáforos y te adoran los indigentes y enfermos de esta ciudad que todo lo transforma.


Y a partir de ahí, todo, absolutamente todo lo que me pasó el día de mi llegada fue muy distinto: Rafique pidió a su chófer que parara un momento delante de una imprenta y me pidió que esperara un momento. Al cabo de dos minutos volvió con unas fotocopias y un sobre alargado. Me dijo que tenía una sorpresa y sacó del sobre dos placas de color rojo y unas letras blancas que escribían su nombre y el mío en cada una de ellas. Después comí en un barecito pequeñito y abarrotado de gente un arroz kichuri con una Pepsi por 125 takas y acabé justo enfrente en un banquito de madera al lado de una caseta de madera tomándome un té rojo con leche por 5 takas. Subí a casa de Rafique y para acabar esos primeros nuevos contactos con esta realidad, me leí el Bangladesh Today y me invitaron a saborear una chhanar gol·la, un dulce típico del que trataré buscar la receta para compartirla con vosotr@s. Y como colofón al frenético día de nueva inmersión cultural en esta sociedad que me ha atado, volví a casa en un CNG, percatándome del cambio que había experimentado mi alma entre la primera vez que subí a uno de ellos y esta vez. Eso sí, fue un viaje completamente distinto porque el frío también ha querido instalarse en Dhaka y no os podéis ni imaginar el helor húmedo que se te cuela en el cuerpo con el airecito que se cuela entre las rejas.


Y bueno, mi segundo día también ha sido completamente diferente a aquel de Julio: como era Jueves me tocaba dar mi primera clase en la Universidad, y me di cuenta, de nuevo, que aquel profesor de español que empezaba a dar clases en la Universidad por allá por principios de Agosto se había quedado a años luz, porque el contacto con el campus hizo que me reencontrara conmigo mismo al llegar delante del despacho: la placa de color rojo ya estaba allí colgada y mi nombre en color blanco me indicaba que ya no hay vuelta al pasado: que mi futuro está aquí y que, al fin y al cabo, esto que me rodea es lo que siempre he querido y lo que siempre he soñado, y que, afortunadamente, es lo que da nombre a mi blog. Dejé la mochila en el despacho y me fui a comer, sin olvidarme de una de las moleskines que me regalaron mis padres y un bolígrafo de la marca Matador en el bolsillo del pantalón, porque quería tomar las notas que dibujaban el esbozo de esta primera entrada de mi segundo ciclo aquí, mientras saboreaba mi delicioso plato de arroz con verduras, el dal y el muslito de pollo. Acabé de tomarme el té y volví al despacho a acabar de prepararme la clase, y fuera del Instituto me encontré con un grupo de alumnos que me llamaban para que me acercara a saludarles, lo cual me hizo sentirme más próximo a mi espacio en Bangladesh, me despedí de ellos y a la media hora estaba dando mi primera clase de este segundo ciclo, la cual os explico en una entrada aparte, para que no se os haga tan pesada la lectura.


Un abrazo bengalí

4 comentarios:

Pat dijo...

Teteeeeeeeee, que guayyy, ya estaba ansiosa por leerte. Me ha encantado esta entrada, me he puesto en tu lugar y he podido sentir las diferencias que has sentido entre este viaje y el primero, es totalmente lógico y así debe ser.

Me ha dado mucha alegría que tu vuelta a Dhaka haya estado tan bien y que todo siga en su sitio jajaja, y lo de la placa, que detalle más chulo, me alegro mucho que tengas a alguien como Rafique a tu lado porque así todo será distinto y mucho mejor.

Voy a leer la entrada segunda entrada de tu clase!!!!!. Besitos y abrazos. Mucho ánimo y a disfrutar.

Luisa dijo...

Jo, Paco, tú lo verás y sentirás todo distinto, pero yo lloro lo mismo.
Es maravilloso ver y disfrutar de cómo alguien a quien quieres hace realidad sus sueños.
Qué diferente lo ves ahora todo y cuánto me alegro; y sí, a Puri seguramente se le va a hacer más largo que nunca este tiempo y a ti más corto; quizá haya sido un pequeño intercambio de papeles.
Lo único que lamento de todo este tiempo que has pasado aquí es que no hayamos podido pasar más tiempo juntos, pero bueno, cuando vuelvas, que ya es dentro de nada, disfrutaremos más.
Sigue escribiendo, me encanta disfrutar de estos pequeños ratos.
Un beso.

Francisco dijo...

Hola chicas!!!! La verdad es que me habeis hecho llorar, os he sentido muy cerquita... Espero que estos meses pasen rapido y pueda volver a abrazaros... Os echo de menos a todos!!!

Un besoteeeee

maría teresa dijo...

..., en unas semanas viajaré con mi marido a Dacca por motivos de su trabajo y , en principio , viviremos allí durante un año.
me gustaría saber que podré encontrar personas afines en ésa ciudad y como también soy profe de ESO , tal vez , si lees mi comentario puedas darme alguna noticia a través de tu blog.
..., yo hice uno , pero como no 'manejo' el tema muy bien , creo que no está publicado!!!
si puedes ayudarme , te lo agradeceré
maría teresa